Las disposiciones que faciliten que pequeños agricultores lleven a cabo el cultivo de árboles bajo contrato con la industria de productos maderables a gran escala pueden resultar beneficiosas para ambas partes. Este artículo reseñó las experiencias de dos proyectos desarrollados satisfactoriamente en las Filipinas y África del Sur. Los campesinos se adaptaron con rapidez a las prácticas de foresteria recomendadas para sus circunstancias específicas y hallaron que la siembra de árboles era tan rentable que no tenían que preocuparse por sembrar cultivos comestibles en tierras arables. Sin embargo, los campesinos más pobres generalmente no podían permitirse el lujo de correr los riesgos asociados ni de hacer las inversiones de capital necesarias. El autor subrayó la importancia de crear instituciones, por ejemplo, cooperativas de dueños de tierras, que permitan lograr un equilibrio de poder entre ellos y las empresas madereras.