En 1980, se actualizó el mandato del Departamento Forestal de Sri Lanka, para incluir la participación de la población rural en el desarrollo de la foresteria de fincas. Como señaló este artículo, el progreso subsiguiente de los programas gubernamentales de extensión y de los proyectos forestales asistidos por donantes fue lento, hecho que los autores atribuyeron a la existencia de limitaciones sociales e institucionales fundamentales. La sociedad cingalesa estaba estructurada en núcleos familiares y no en comunidades. Las jerarquías sociales inherentes se reflejaban en el inflexible Departamento Forestal, que ponía énfasis en el patrullaje y en la retención del poder. Las muchas ONG relacionadas con la foresteria carecían de destrezas adecuadas y de don de gentes. De manera optimista, una reforma pendiente de la política forestal prometía aumentar el reconocimiento de la foresteria y adoptar un enfoque de mayor participación de abajo hacia arriba en cuanto a la planificación.