Como respuesta a la degradación advertida de los recursos naturales de Australia en la década de 1980, el gobierno introdujo, en 1989, la "Década para el cuidado de la tierra", con el objeto de establecer, a lo largo y ancho del país, grupos locales con múltiples destrezas, que pudieran rehabilitar y gestionar sus entornos locales. Cuando se escribió este artículo, el cuidado de la tierra había tenido muchos éxitos, pero los participantes no estaban muy de acuerdo en cuanto a sus papeles individuales. El autor atribuyó dicho desacuerdo a la falta de una comunicación adecuada y propuso un modelo estructural destinado a facilitar el establecimiento de los vínculos necesarios entre los grupos e individuos que participaban en el cuidado de la tierra.